«El Genocidio Armenio: entre el reconocimiento y la negación», por Matías Rohe

Resumen:

La noche sangrienta del 24 de abril de 1915 marcó sin lugar a dudas un antes y un después en la historia armenia. Aquella noche fue el primer paso de una masacre contra el pueblo armenio que en los dos años siguientes alcanzaría el millón y medio de víctimas. Al tratarse de un aniquilamiento sistemático de un grupo nacional y étnico es que muchos autores e historiadores que tratan el tema se atreven a describirlo como un genocidio [1].

Si bien las primeras agresiones contra los armenios ocurrieron desde finales del siglo XIX (masacres de 1895-1896 bajo el sultanato de Abdul Hamid II o la denominada Masacre de Adaná en 1909 por los Jóvenes Turcos (ya en el poder), se considera que la fecha de inicio del proceso genocida fue el 24 de abril de 1915, día en que las autoridades arrestaron a diversos intelectuales y políticos armenios en Constantinopla. Dichos acontecimientos a finales del siglo XIX no sólo son antecedentes de la violencia contra los armenios, sino que también pueden ser comprendidos como ensayos políticos previos a la decisión de exterminar en forma total a este pueblo del territorio turco.

El genocidio se desarrolló bajo el amparo de la Primera Guerra Mundial, acontecimiento que las autoridades turcas aprovecharon para intentar crear un Estado homogéneo compuesto por turcos musulmanes, por lo que exterminaron a armenios, asirios y griegos [2].

Este genocidio cometido contra los cristianos otomanos ha tenido un amplio reconocimiento por parte de diversas asociaciones académicas, organismos internacionales y Estados, entre ellos los aliados del Imperio otomano durante la guerra [3]; sin embargo, existe un constante negacionismo por parte de los turcos que, sumado a la ausencia de una intervención internacional, dejó un páramo moral de enorme gravedad.

Introducción:

El presente trabajo pretende explicar el motivo por el cual el Genocidio Armenio debe ser un acontecimiento recordado a la altura de las circunstancias. Para lograr el cometido considero imprescindible desarrollar ciertos puntos importantes, tales como por qué es un genocidio en cierto punto olvidado, realizando ciertos paralelismos con el Holocausto judío (genocidio más conocido del siglo XX), por qué es un genocidio negado por muchos Estados y como es la vida posterior al genocidio: qué ocurrió con los sobrevivientes y cómo reconstruyeron su identidad en el exilio; cuáles fueron los hitos en la lucha por el reconocimiento del genocidio armenio.

No todos los libros de historia incluyen la matanza de un millón y medio de armenios ocurrida entre 1915 y 1923 en el Imperio Otomano. La falta de reconocimiento no responde a ningún debate académico, ya que existe un amplio consenso entre historiadores de que se trató de un genocidio.  En cambio, el negacionismo responde a diversas presiones e intereses geopolíticos.

Genocidio olvidado:

Al Genocidio Armenio se lo deonomina “genocidio olvidado” ya que han pasado 105 años del exterminio de un millón y medio de armenios y es hasta el día de hoy que el pueblo aún lucha por el reconocimiento mundial del exterminio de su pueblo.

Se lo considera olvidado porque en ese entonces no existían reglas claras sobre justicia en tiempos de guerra y no hubo castigos por los miles de asesinados. Sin embargo, para muchos armenios el tiempo tampoco se ha encargado de impartir justicia (hasta hoy Turquía maneja una política de negación). Pese a que ha aceptado que hubo masacres, 105 años después todavía no admite que se trató de un genocidio y habla de la muerte de “300.000 armenios y otros tantos turcos”.

Se trató de un genocidio que al no castigar y juzgar a sus perpetradores “pasó por alto” para muchos. En 1939, poco antes de invadir Polonia, Adolf Hitler contó a sus aliados los detalles de su plan de exterminio de los judíos. Entonces sus colaboradores señalaron que nadie perdonaría semejante atrocidad, barbarie, a lo que Hitler respondió, “¿Y quién se acuerda hoy de los armenios?”. Esto demuestra que el hecho de haberse enjuiciado a los responsables sería posiblemente un factor para detener el plan de exterminio de Hitler contra los judíos. Pero la historia fue al revés, se abandonó al pueblo armenio en su misión por el reconocimiento y así se permitieron sucesivas masacres contra pueblos étnicos, entre ellas, el Holocausto Judío, hoy por hoy, modelo genocida por excelencia.

Negacionismo:

El principal motivo del negacionismo se debe al no reconocimiento del estado perpetrador. Hay libros que están destinados a decodificar la comunicación telegráfica, es decir, existe un doble mensaje sobre lo que realmente sucedió. Cabe aclarar que no niegan la existencia de masacres contra la población armenia, pero rechazan la idea de que dicha matanza se entienda bajo la terminología de “genocidio”. Sostienen que las muertes se produjeron consecuencia de enfermedades, hambrunas y luchas en el contexto de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, existe un consenso entre historiadores que reconocen que se trató de un genocidio, ya que existió una estrategia, un plan para eliminar a los armenios con el objetivo no solo de privar al pueblo de potenciales liderazgos revolucionarios, sino también de revitalizar Turquía expulsando a toda minoría existente.

El negacionismo turco tiene muchas explicaciones, pero ¿dichas explicaciones justifican el accionar? La percepción de los armenios como enemigos fue una estretegia de unificación luego de la caída del Imperio Otomano y el establecimiento de Turquía como una nueva república, demandaba una conformación de una identidad nacional.

El hecho de que solo 29 países consideren las matanzas contra armenios como genocidio tiene una explicación. Turquía es uno de los países más poderosos de Medio Oriente y un aliado estratégico de Occidente. Es por ello que, por ejemplo, ningún presidente estadounidense se ha atrevido a utilizar la palabra ‘genocidio’ para referirse a lo ocurrido. Efectivamente, ante el reciente reconocimiento por parte del Senado estadounidense, el Presidente Erdogan amenazó con cerrar una base aérea norteamericana en su país.

Sin embargo, el reconocimiento de lo que pasó no debería estar sujeto a consideraciones geopolíticas ni a ningún otro tipo de interés; como seres humanos estamos obligados a defender el derecho personalísimo a la vida y a condenar cualquier crimen contra la humanidad. Conmemorar las masacres no se trata solamente de honrar a los fallecidos y a sus familias, sino también de luchar contra el negacionismo.

Hacer frente al negacionismo es clave para que este tipo de horrores no se repitan. El Holocausto judío, la peor atrocidad de la historia, nos enseñó esa lección. Retomando la invasión de Hitler a Polonia, éste pronunciaba: “¿Quién habla hoy aún del exterminio de los Armenios?”. Esto muestra que de haberse reaccionado a tiempo probablemente el Holocausto judío podía ser evitado.

Continuando la idea anteriormente mencionada, es necesario mencionar y recalcar lo que establecía Vahakn Dadrian, uno de los más importantes especialistas en el estudio del Genocidio Armenio. Dadrian argumentaba la cuestión de un vínculo estrecho entre el castigo y la idea de prevención, lo cual puede trasladarse a un profundo análisis de comparación entre el Genocidio Armenio y el Holocausto Judío: ambas atrocidades sucedieron debido a que ninguno de los dos pudo ser prevenido; pero si a raíz del Genocidio Armenio se hubiese castigado a los perpetradores, quizá no se habría alentado a los nazis a cometer la crueldad que cometieron.

En efecto, Dadrian vocalizaba lo siguiente: “El castigo es una función de la prevención negativa: se puede inferir que la falta de castigo a los autores del Genocidio Armenio coadyuvó al Holocausto judío. Sin embargo, a los perpetradores del Holocausto se les aplicó una dosis importante de justicia retributiva al finalizar la Segunda Guerra Mundial. De esta manera, ambos genocidios convergen en cuanto a la ausencia de prevención pero divergen en lo que se refiere al castigo. Sin embargo, al examinar las circunstancias que enmarcan esta dicotomía resulta evidente que un elemento de la dicotomía condicionó el otro. La apatía que sucedió a la Primera Guerra Mundial alentó a los nazis a concretar su esquema genocida durante la Segunda Guerra Mundial: así es como falló la prevención. De la misma manera, sin embargo, la suma de devastación y pérdidas humanas resultante del legado de esta inacción, impulsó a los vencedores de la Segunda Guerra Mundial a instituir el procesamiento penal de los nazis, con lo que el ciclo de impunidad quedó cerrado y se estableció un precedente para la justicia retributiva en las relaciones internacionales (Dadrian, 2005: 7)” [4].

Sin embargo, el Genocidio Armenio no solo es negado, sino también, en cierto punto, es olvidado, silenciado. “Una primera respuesta sería que las naciones, los grupos o los individuos tienen poca memoria frente a hechos que no les atañe de manera directa. Una explicación complementaria se encuentra al recorrer las etapas por las que atravesó este olvido. Con el Tratado de Lausana (1923) y la conformación de la Republica de Turquía, Armenia dejó de existir como estado independiente y los armenios dejaron de ser noticia. Una pequeña parte de Armenia, que constituyó una república independiente entre el 28 de mayo de 1918 y el 2 de diciembre de 1920, fue sovietizada con lo cual no hubo estado que reclamase por sus victimas. La Segunda Guerra Mundial y el Holocausto desplazaron la atención del mundo. Paralelamente se dio la política turca de ocultamiento, tergiversación de la historia y negación” [5].

Siguiendo los lineamientos de que se trata no sólo de un genocidio negado, sino también silenciado, olvidado, cabe preguntarnos, ¿Cómo puede ser uno genocidio olvidado existiendo gran cantidad de evidencia? Porque efectivamente es así, a pesar de que abunda evidencia tanto en fuentes turcas como en la de los aliados del Imperio otomano (Alemania y Austria), fuentes neutrales o del Vaticano, así como una enorme cantidad de testimonios, no solo de armenios sino también de la población turca o kurda que actualmente vive en la zona que antes de 1915 estaba habitada por armenios, Turquía insiste en negar este genocidio.

Es muy interesante lo que enseña y nos hace conocer un historiador turco llamado Taner Akçam, uno de los primeros académicos turcos en reconocer y discutir abiertamente el Genocidio Armenio, y considerado como una “autoridad internacional líder” en el tema. Taner Akçam nos dice que “Turquía tiene temor por las posibles repercusiones en términos de compensación por territorio y propiedad. Si dejamos a un lado el asunto de los reclamos territoriales, que más que del derecho internacional depende de principios éticos y honorables, el asunto de la compensación financiera es muy real, sobre todo en relación con las propiedades que tenía la Iglesia o las que tenían los armenios masacrados, y en este sentido, hay una serie de demandas específicas que pueden y deben ser resueltas. Además, para muchos armenios, el valor que tiene la compensación monetaria por un pedazo de tierra es insignificante en relación con el valor que tiene el pedir perdón, sincero, por el crimen cometido” [6].

Talaat y Enver Pashá fueron personajes cruciales en el Genocidio Armenio, responsables del exterminio de más de un millón de personas. Ambos, integrantes del Partido ittihadista fueron “enaltecidos por el parlamento turco como héroes de guerra y sus familias recibieron pensiones estatales, inclusive sus cuerpos fueron repatriados y se erigieron mausoleos enfrente del Ministerio de Defensa”. Esto muestra nuevamente la teoría de Dadrian. Los principales responsables del genocidio no solo no fueron castigados, sino que fueron condecorados como “héroes de guerra”, es decir, fueron distinguidos por un logro, y como consecuencia el Holocausto Judío no pudo ser evitado.

Otra cuestión fundamental es que al negar los hechos, los genocidas evitan que las víctimas realicen el proceso de duelo por la pérdida de sus familias y de su patria, por lo que viven encerradas en ese universo de violencia que padecieron, incapaces de generar un proceso de sanación. Pero la sociedad que cometió el genocidio también sufre, nos dice Müge Göçek, ya que el “no aceptar la responsabilidad por la violencia cometida en el pasado conduce a la institucionalización y normalización de la violencia en la sociedad, lo que imposibilita que dicha sociedad alcance una verdadera democracia”.

Si bien ya se mencionó que solo 29 países en el mundo reconocen dicha masacre como un genocidio, es imprescindible destacar el reconocimiento de Alemania, país que estuvo al lado de Turquía y apoyó con armamento y militares al Imperio Otomano. Alemania, además, ha ido aún más lejos a raíz de la resolución del Parlamento alemán reconociendo el genocidio armenio en 2016. “La Alemania moderna, como sucesora del Imperio alemán (1871-1918), heredó la responsabilidad legal y política de los actos de su predecesor: ´Y aunque el gobierno alemán como tal no participó ni apoyó el asesinato de los armenios, lo que hizo fue mirar hacia otro lado y dejar que el genocidio pasara ya que pensaba que con eso beneficiaría los intereses de Alemania. Ahora, en 2016, el Bundestag se refiere a esta página negra en la historia alemana y se disculpa. La resolución no es una condena contra Turquía, es Alemania enfrentando su propia historia (Entrevista a Hilmar Kaiser en Diler, 2016)´” [7].

Terminología “genocidio”:

Talaat Pashá fue asesinado por Soghomon Tehlirian en Berlín en 1921, quien luego fue absuelto por un tribunal alemán. El juicio del asesino confeso fue seguido con mucho interés y preocupación por el judío polaco Rafael Lemkin, quien en 1943 creó el término “genocidio”. La historia de dicho término surge de una charla entre Lemkin y su profesor, a quien le preguntó si Alemania hubiese podido enjuiciar y castigar a Talaat por los crímenes provocados, a lo que el profesor respondió que no existía ley internacional que prohobiera dicho accionar, por ende, no había motivo para juzgar. Dicha respuesta provocó algo de ruido en Lemkin, quien no encontraba sentido al hecho de que se considerara un crímen para Tehlirian matar a un hombre, pero no es un crímen para su opresor matar a más de un millón de personas. Dicha reflexión llevaría a Lemkin, años mas tarde, a calificar dichos actos aberrantes con la palabra que había acuñado para definir y juzgar estos crímenes: genocidio. De esta manera, la primera vez que se denominó genocidio a las masacres armenias, fue por parte del mismo Rafael Lemkin.

Por otra parte, finalizada la 2da Guerra Mundial, la Asamblea General de la ONU mediante la Resolución 96 de Diciembre de 1946 dió un paso importante al definir los actos que configuran genocidio: todas las conductas llevadas a cabo con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, religioso o racial.

Dos años despues se aprobaba la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio, considerado delito contra la humanidad.

Un hito de especial trascendencia en este recorrido fue en 1985, cuando la por entonces subcomisión de la ONU para la prevención de las discriminaciones y protección de las minorías, incluyó al Genocidio Armenio como uno de los que azotaron a la humanidad en el siglo XX, junto al cometido por los nazis contra el pueblo judío.

Holocausto judío: paralelismos

El Genocidio Armenio, el primer gran ataque sistemático a un grupo étnico del siglo XX, no tiene las mismas repercusiones que el Holocuasto judío. Existen ciertas similitudes, paralelismos entre el Genocidio Armenio y el Holocuasto Judío que nos permiten darnos cuenta que, no solo el Genocidio Armenio merece un reconocimiento mundial mayor que el que tiene, sino también que verdaderamente se trató de un genocidio, lo cual confronta los pensamientos de los turcos, quienes como mencionaba líneas más arriba, reconocen la matanza de los armenios pero no consideran que se haya tratado de un genocidio. “El exterminio planificado y ejecutado en los desfiladeros de Anatolia y los desiertos colindantes con Siria, entre 1915 y 1918, tuvo una técnica específica de premeditación y planificación parecida a la realizada por el gobierno nazi contra los judíos de Europa Central. La comparación entre ambos proyectos genocidas -el Holocausto judío (Shoá) y el genocidio armenio (Metz Yeghérn)- es posible en tanto que presentan características similares. En los dos casos, un Estado controlado por un partido único -el partido Ittihad ve Terakki Cemiyeti (Comité Unión y Progreso), popularmente conocido como Jóvenes Turcos, y el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (Partido Nazi)- disponiendo de poderes civiles y militares casi dictatoriales, llevaron a cabo la destrucción organizada de un grupo humano; en muchas ocasiones utilizaron para ello unidades especiales como la SS (Schutzstaffel) en el caso nazi, o los Hamidiye, Çete, y sobre todo Teshkilati Mahsusa en el suceso ittihadista. La causa del asesinato, en ambos casos, se basa en un credo doctrinal que exacerba los sentimientos nacionalistas del grupo dominante con la finalidad de “limpiar” el territorio de elementos minoritarios indeseables” [8].

Sobrevivientes:

El plan de exterminio del pueblo armenio era perfecto, pero lo que impidió su consumación efectiva, fueron las fuerzas rebeldes armenias conformadas por hombres y mujeres voluntarios que con gran valentía y decisión impidieron, al menos por varios meses, la invasión de los turcos en algunos pueblos y aldeas por lo que hubo algunos sobrevivientes al genocidio. Otros sobrevivieron porque fueron confundidos por cadáveres, o porque pudieron esconderse durante la deportación o porque fueron comprados por los árabes. Como anteriormente se enunció, cabe hacer referencia a que hubo muchos que sobrevivieron gracias a algún vecino turco o kurdo que no aceptaba la política de su Imperio. La pena de muerte les esperaba a aquellos turcos que transgredieran o dieran cobijo alguno a un armenio. El Imperio Otomano sumido en una vergonzosa derrota bélica llega a su fin. Los griegos, franceses, ingleses e italianos se reparten momentáneamente a suerte, los restos del Imperio. Mientras tanto, muchos armenios se repatriaban nuevamente hacia sus hogares sin sospechar que la resurrección nacional turca, continuaría el plan genocida. Aunque los cabecillas del Ittihad ve Terakkí fueron condenados a la pena de muerte por un tribunal turco, acusados de organizar y ejecutar el Genocidio contra el pueblo armenio, el Genocidio prometía tener un continuador. Mientras los Jóvenes Turcos disfrutaban de su exilio y falsa condena y posterior indulto, el gobierno turco es tomado por la fuerza de Mustafá Kemal, quién continuará con el plan genocida contra el pueblo armenio hasta el año1923.

Luego de una entrevista con una persona que conforma el colectivo armenio, pude indagar y encontrar la respuesta a cómo fue que los sobrevivientes reconstruyeron su identidad en el exilio. En primer lugar, es necesario destacar las diásporas, es decir, el conjunto de diversas comunidades con un mismo origen y establecidas en países diferentes. Existen 2 teorías que puedan explicar la reconstrucción de la identidad: una teoría aislasionista y una teoría asimilativa. La primera de ellas hace referencia a aquellos que tienen temor, miedo al pasado. Son aquellos que permanecieron en las tierras de los sucesos, que aunque sea están parados donde vivieron sus ancestros. Son aquellos que buscan mantener el lenguaje, las costumbres, no quieren matrimonio mixtos. Prefieren pasar desapercibidos. Se ponen mal cuando hay reconocimientos en el mundo. Mientras que la teoría asimilativa, que tiene a Hrant Dink como principal referente, consiste en aceptar lo sucedido y hacerle frente honrando a aquellos que murieron por amor a la madre tierra.

También existen distintas etapas en el reconocimiento del Genocidio Armenio, que de alguna manera está vinculado con la reconstrucción de la identidad mencionada anteriormente: al principio el silencio. Luego los nietos de sobrevivientes comienzan a despertar estas cosas, sentimientos, sea por interés o por curiosidad. Lo que primó fue salir del escenario, encontrar un lugar seguro, empezar a trabajar y buscar asentarse en el nuevo lugar. Una vez asentado comenzar a crear comunidades, para que luego comiencen a surgir trabajos académicos y de esa manera empezar a desparramar el relato en sí.

Por más de que los términos genocidio y negación, que desde hace varios años van de la mano de la política exterior del Estado Turco para con el Genocidio Armenio, aquellos se contraponen a dos conceptos que están en constante re-evolución para la vida de los armenios: diáspora y progreso.

El progreso busca la expansión de la persona en todos sus aspectos y la afirmación de la libertad del hombre y de su cultura. Suele ser el arma más apropiada para perfeccionar la vida en sociedad del ser humano. Fue, es y será la más apropiada arma que el pueblo armenio pueda utilizar para reconocilarse con su pasado y ajusticiar intelectualmente a quienes quisieron borrar su cultura de este mundo.

Elizabeth Hakobyan es una de las tantas mujeres que forma parte de la diáspora y a quien fuí afortunado de entrevistar como descendiente de armenios quienes tuvieron la desgracia de vivir lo que se relató a lo largo de esta monografía: un genocidio, una masacre, la primer atrocidad del siglo XX y una de las mayores crueldades en la historia de la humanidad. Elizabeth narró en primera persona los horrores que vivieron sus familiares allá por 1915/1923: “Es tan difícil ser Armenio. Ser Armenio significa siempre echar de menos, echar de menos nuestra tierras, ser Armenio significa vivir el sufrimiento de nuestros ancestros siglos después. La gran parte del mundo, especialmente Estado Unidos y Latinoamérica han escuchado sobre el Genocidio Armenio, será porque al intentar salvar sus vidas nuestros ancestros han ido tan lejos de su tierra maternal. Y por eso hoy en día tenemos una diáspora muy grande en EE.UU y Argentina.

Mis bisabuelos y sus padres fueron torturados, violados y asesinados por el orden que ha dado el líder del Imperio otomano. Al parecer siempre han tenido la envidia de no llegar a ser una nación unida y con gran corazón como siempre fuimos, somos y vamos a ser nosotros, los armenios. Durante de la matanza del 1915 mis bisabuelos se han  marchado lejos de Armenia y siendo niños han tenido que dejar a sus padres y a sus abuelos en las manos de Talaat, Enver y Djemal Pasha. Los padres de mi bisabuela desafortunadamente han formado una pequeña parte de 1,5 millón de armenios torturados y exterminados en frente de sus propios hijos. Por ser cristianos y por ser simplemente una nación antiguo viviendo en la tierra santa que llamaban Armenia. Con el poder que tenía Talaat Pasha al llegar de ser el líder del Imperio Otomano ha podido simplemente eliminar a 1,5 de armenios y cualquier otra nación que no aceptaba la misma religion que ellos, los turcos. Su mundo ideal durante la Primer Guerra Mundial era el mundo donde cada uno de los que andaban por la tierra tenían que ser musulmanes o no deberían andar por esa tierra. Si vamos a creer a los documentos que fueron registrados para este momento, a mis bisabuelos les dejaron abandonados en el medio de la nada después de matar a sus padres y a sus abuelos en frente de los niños que siendo niños ya sabían y entendían que es lo que estaba pasando, lo único que no llegaban a entrenar era la pregunta «¿por qué ?».

Como hoy en día, así igual hace un siglo para los niños no existían ni otras religiones, ni otra nación, ni otra raza. Ellos no llegaron a entender porque toda su familia fue torturada y asesinada a la vez. Los turcos tomaron menos de 30 minutos para humillar y matar a la madre de mi bisabuela atándola por cuatro lados, violandola en frente de toda la familia y al final de todo matándola con golpes de piedras que encontraban por ahí. Al marido (el padre de mi bisabuela) le han atado a la pierna de un caballo y estaban dando vueltas mientras el resto de los turcos intentaban pillarle desde lejos, apostando quién le va a dar el último tiro. Así murieron los padres y abuelos de mi bisabuela. A ella con sus dos hermanos no les tocó ser torturados, aunque no sé que es peor, ver cómo humillan y torturan a tu familia como a unos animales, o más fácil ser asesinado primero y no ver todas estas barbaridades siendo una criatura inocente de 11 años y teniendo planes para ser profesor en cuando sea grande. A los dos hermanitos pequeño de mi bisabuela no les han podido matar, supongo porque algo se les a movido en el corazón de piedra que llevaban los hombres de Pasha.

En vez de eso, a los gemelos de 2 años les enterraron vivos. Y a la Voski, así se llamaba mi bisabuela con tan solo 11 años le violaron y la dejaron en el medio del desierto a morir. Pero Voski era una niña luchadora desde muy pequeña. Después de estar humillada ella no ha tomado la decisión de acabar como el resto de su familia, ella sabía que todo lo que paso tiene que saber el mundo. Y ella es la única representante viva de su familia. Después de días de andar sin parar y comer los bichos que encontraba por el caminos, Voski llegó a una iglesia, iglesia Armenia. Ella sabía que este sitio va a ser su refugio.

Y así fue, le encontró a gente mayor que todavía no fueron expulsados de la tierra donde vivían y nadie quería creerle a una niña que les contó barbaridades que no les entraba en las cabezas de los mayores. Pero un señor sí que ha visto susto y verdad junto con la inocencia en los ojos marrones de la niña. Y para protegerla por lo menos a ella después de lo sobrevivido , se lo llevó a Aleppo, Syria, donde mi bisabuela fue adoptada y creada por una familia de syrios. Pero siendo Armenia su corazón siempre ha querido volver a su tierra.

Los padrastros syrios le amaron como a su propia hija pero para su cumpleaños, cuando Voski cumplió sus 18 años, los padrastros le llevaron a Armenia, a Yerevan, y le han dejado ahí porque es lo que pequeña Voski siempre ha querido.

Después de un año o dos ahí Voski ha conocido a mí bisabuelo y fue amada y valorada de nuevo. Y la familia Hakobyan, mi familia, ha empezado a dejar sus raíces por toda la tierra Armenia amada y querida. Un siglo después hoy yo represento la historia de mi bisabuela y sigo luchando por libertad de mi nación de los manos de los turcos.

Aunque parezca poco pero la generación de armenios jóvenes vamos a seguir luchando contra Turquía y sus líderes crueles que siguen intentando eliminar una  de las naciones más antiguas del mundo. Pero una cosa tenemos claro, cuando estamos juntos somos un puño, y hasta que sigamos siendo un puño, nada y nadie podrá ganarnos. Si, somos pocos, pero nos llaman Armenios. Y siendo pocos en el mundo, somos una de las naciones más unidas. Siempre estaremos juntos en en la desgracia y alegría, siempre vamos a ponernos como una montaña a la hora de proteger nuestro país y cultura.

Yo sigo siendo una parte pequeña de la diáspora grande de los armenios en el mundo, por eso empezé mi cuento diciendo que es difícil ser Armenio, ser armenio significa siempre echar de menos tú tierra. Porque somos entre 8 y 10 millones de Armenia fuera de Armenia y tan solo 3 millones dentro de Armenia… Y todo porque somos víctimas indirectas del genocidio Armenio… Y hoy estamos luchando para que historia no se repite”.

Con este relato puede destacarse el verdadero sentido de pertenencia que tiene el armenio para con su tierra y la historia de su país. Para muchos puede ser un genocidio olvidado pero para los armenios sigue siendo un hecho que hasta el día de hoy, pasados 105 años, sigue despertando cierto rencor y siguen luchando con la esperanza de que algún día se condene a los perpetradores. Puede relacionarse este sentido nacionalista con el problema que azota actualmente a Armenia (guerra con Azerbaiyan). En una nota con civiles armenios puede remarcarse frases que enarbolan este patriotismo: “Tenemos que ir, no tenemos miedo, no pensamos en nuestras vidas, pensamos en nuestro país”; “estamos listos para morir”; “no tenemos miedo, estamos orgullosos de proteger nuestro país”; “creemos que van a repetir el genocidio por lo que todos iremos a luchar, no hay opción”.

La ausencia de justicia y protección:

Otro de los motivos por el cual el Genoocidio Armenio es olvidado y no recordado a la altura de las circunstancias siendo una de las masacres más crueles en la historia, es la ausencia de un organismo internacional que culpara, juzgara y enjuiciara a los Turcos por el cometido. Luego del armisticio, se intentó aplicar el Derecho Internacional contra los Jóvenes Turcos y, en enero de 1919, se creó una comisión aliada basándose en la Convención de La Haya de 1907.

“Luego del armisticio, se intentó aplicar el Derecho Internacional contra los Jóvenes Turcos y, en enero de 1919, se creó una comisión aliada basándose en la Convención de La Haya de 1907. Tiempo después, el Tratado de Sèvres de agosto de 1920 exigió que los aliados crearan un tribunal para juzgar a los responsables. Esto era una oportunidad única e histórica, no sólo porque se iban a juzgar los crímenes de los Jóvenes Turcos sino porque, por primera vez, se iban a juzgar crímenes de esta índole. Sin embargo, un juicio de estas características no iba a tener lugar. En términos políticos, una nueva ola de nacionalismo se tradujo en el ascenso al poder de Mustafá Kemal 15 trayendo consigo profundas divisiones entre los aliados” [9].

El problema también puede atribuirse a que durante el genocidio, los líderes del mundo estaban preocupados con la Primera Guerra Mundial. Algunos armenios fueron rescatados, algunos líderes condenaron lo que estaba ocurriendo, pero la respuesta global no fue suficiente.

“Después de la Guerra, se pudo disponer de una amplia documentación del genocidio, la que se convirtió en la fuente de un debate durante las negociaciones de posguerra por parte de las Potencias Aliadas (Harbord, 1920 – Blair, 1989). Fue durante esas negociaciones en procura de un tratado de paz que las potencias occidentales tuvieron una oportunidad de desarrollar políticas y estrategias humanitarias que podrían haber protegido a los armenios con respecto a una nueva persecución. En vez de crear condiciones para evitar masacres adicionales, los Aliados se retiraron a posiciones y criterios que en la práctica validaron el éxito del racismo ideológico. El fracaso de esta oportunidad fue catastrófico. Sus consecuencias persisten hasta el momento actual.

Aunque muchos de los líderes de los Jóvenes Turcos, incluyendo a Taleat Pashá, habían huido del país, el nuevo gobierno otomano en Estambul los juzgó en ausencia por haber organizado y llevado a cabo las deportaciones y masacres. Se obtuvo un veredicto de culpabilidad para virtualmente todos ellos, pero la sentencia no pudo hacerse efectiva.

El gobierno de Estambul era débil y comprometido por el hecho de que la capital se encontraba bajo ocupación aliada. Pronto perdió la capacidad para gobernar las provincias y finalmente capituló en 1922 ante las fuerzas de los nacionalistas turcos que habían formado un gobierno separado con base en Ankara. En cuanto a las sentencias judiciales contra los Jóvenes Turcos, fueron anuladas. Los criminales quedaron en libertad.

Por casi cincuenta años, los armenios virtualmente se desvanecieron de la conciencia del mundo. Los armenios rusos fueron sovietizados. Los armenios de la diáspora se resignaron a su suerte. El silencio del mundo y las denegaciones del gobierno turco sólo agregaron puntos a su ordalía. Las inseguridades de la vida en la diáspora minaron la confianza de los armenios en su capacidad para aferrarse a alguna forma de existencia nacional. La constante dispersión, la amenaza de una completa asimilación y la humillación de esa derrota total y degradación contribuyeron con dichas inseguridades” [10].

Conflicto actual:

Hoy en día el foco internacional está en Nagorno Karabaj, una zona no muy habituada a ser centro de la prensa internacional, pero que esconde un importante conflicto geopolítico, estratégico, étnico, histórico y religioso entre Armenia y Azerbaiyán, que ha permanecido latente durante décadas con repuntes de violencia.

Si bien este conflicto guarda ciertas similitudes y relación con el Genocidio Armenio, es menester explicar las causas que desenvolvieron este combate.

La disputa por el territorio de Nagorno Karabaj expresa un conflicto de larga data entre las etnias armenias y azeríes y sus respectivas religiones dominantes, el cristianismo ortodoxo y el Islam. A principios del siglo XX hubo sangrientos enfrentamientos entre los habitantes de ambos pueblos por motivos religiosos, sobre todo el Genocidio Armenio a manos de Turquía (1915 – 1923). En 1921 esta tierra en cuestión, poblada en su mayoría por armenios, pasó a formar parte de Azerbaiyán, de mayoría musulmana. A fines de la década de los 80´, y ante el colapso de la Unión Soviética, Nagorno Karabaj pidió su incorporación a la vecina Armenia. El Parlamento votó a favor de esta unificación, lo cual en 1991 se llevó a cabo un plebiscito para avalar esta decisión, lo que culminó con voto favorable de la población a favor de la separación.

Sin embargo, la caída de la URSS en 1991 dio un nuevo impulso a las diferencias entre armenios y azerbaiyanos. Durante ese año hubo enfrentamientos de distinto tipo y magnitud que desencadenaron en una guerra. Para finales de 1993 el conflicto ya había causado mas de 25.000 muertos. En tanto que unas 800 mil personas abandonaron Azerbaiyán. Al término de los combates, en 1994, las fuerzas armenias se hicieron con el control de Nagorno Karabaj. También ocuparon vastos territorios azerbaiyanos que llaman “franja de seguridad” para unirlo a Armenia. En 2016 se dio el último enfrentamiento entre ambos países, denominado “la guerra de los cuatro días”. Actualmetne Azerbaiyán sostiene que la solución al conflicto pasa necesariamente por la liberación de los territorios ocupados. Varias resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU respalda este pedido. Armenia, por su parte, apoya el derecho a la autodeterminación de Nagorno Karabaj. Además aboga por la participación de los representantes del territorio en las negociaciones sobre ela rreglo del conflicto.

La reacción inmediata del primer ministro armenio fue “preparense para defender nuestra nación sagrada”. Y el pueblo armenio tampoco dudó. Cientos de civiles armenios abandonaron sus trabajos, sus actividades para pelear por sus tierras. Los médicos armenios de la diáspora han vuelto como voluntarios de EE.UU, Fracia y Rusia (todos se especializan en el tratamiento de los soldados heridos). Una vez más puede verse el sentido de pertenencia que tienen para con su madre tierra. Mientras que las distintas diásporas alrededor del mundo acompañan con marchas, difusiones en las redes sociales, protestas. Si bien no pueden estar físicamente, lo cual no hay duda que lo harían, acompañan desde donde pueden. Elizabeth Hakobyan también comentaba que ella formando parte de una diáspora, de una comunidad armenia en Madrid, hoy está abocada 100% al conflicto que azota su tierra natal. Esta en constante comunicaciones intentando organizar marchas hasta la embajada turca en Madrid. Busca concientizar del problema en redes sociales, participa de videollamadas en universidades de México y Argentina contando causas del combate y relatos en primera persona.

Sin embargo, este conflicto tiene como principal motivo encubrir su verdadera misión que es continuar con el genocidio. Y así lo expresa el presidente de Turquía, Erdogan, al declarar que seguirán cumpliendo la misión que sus abuelos han realizado durante siglos, haciendo implícita referencia al Genocidio Armenio.

Argentina y su postura frente al hecho:

Argentina reconoce el genocidio armenio a través de los tres poderes del Estado: la Ley Nacional 26.199 declara el día 24 de Abril de todos los años como “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos”, en conmemoración del genocidio del que fue víctima el pueblo armenio. La ley, promulgada por el ex presidente Néstor Kirchner en 2007, fue una continuación histórica del reconocimiento por parte del ex presidente Raúl Alfonsín durante un acto público en 1987. En 2011, el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 5, declaró con entidad de sentencia definitiva que “el Estado turco ha cometido delito de genocidio en perjuicio del pueblo armenio, en el período comprendido entre los años 1915 y 1923”.

La lucha por el reconocimiento del genocidio de los armenios y su reparación por parte del Estado turco es motivada por una fuerte necesidad de afirmación de identidad. Es por ello que, a pesar de la negación y de las consecuencias sociales y psíquicas que dejó el proceso genocida, los descendientes y las nuevas generaciones continúan resistiendo al olvido y bregando para que estos crímenes no queden impunes.

Conclusión:

En mi opinión no existe conclusión objetiva que pueda realizarse acerca del tema. Es decir, para mi pensar, ser objetivo es estar 100% del lado armenio. A lo largo del desarrollo de la monografia expliqué y analice detenidamente y en profundidad varios aspectos que hacen que el Genocidio Armenio no sea recordado como debería serlo, lo cual me lleva a pensar que cualquier ser humano con un mínimo de empatía y corazón sabe que realmente se trató de un genocidio y que debería haberse juzgado y castigado a los principales responsables, perpetradores. Me choca el pensar que actualmente existen muchos Estados que niegan o hacen “vista gorda” al asunto por intereses geopolíticos o  de otro tipo, lo cual lo considero una falta de humanidad total. Que los turcos deben tener sus razones para negar el genocidio, no lo dudo. Pero sí estoy seguro de que esas razones tiene poco sustento detrás, y quienes eligen confiar lo hacen por motivos explicados anteriormente (interés de cualquier tipo). Los libros, documentos, textos de autores son claros en la narración de los hechos: se utilizó la Primer Guerra Mundial como escudo para revitalizar, para crear una Estado homogéneo compuesto únicamente por musulmanes, por lo que habrían de exterminar, eliminar a cualquier otra minoría que no comparta dichas creencias (armenios, asirios y griegos). Y mencionados hechos coinciden con la definición jurídica de genocidio:”cuaquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo y e) traslado de niños del grupo a otro grupo”. Es importante destacar que gran mayoría de los ítems citados encajan con la realidad de los hechos. Por lo tanto, negar el genocidio no solo es una absoluta falta de respeto para el pueblo sino también una carencia de humanidad total. Me enorgullece que mi país reconozca y conmemore tal día, muestra una imagen que debería ser repetida por tantos otros Estados.

Bibliografía:

  • El Genocidio negado – Mariana Rabanal.
  • Esbozo histórico del genocidio armenio – Carlos Antamarián.
  • Genocidio armenio, el exterminio silenciado – Súlim Granovsky.
  • Memoria y olvido del Genocidio Armenio – Lior Zylberman.
  • El crimen de lesa humanidad de los Jóvenes Turcos. El genocidio armenio y la limpieza étnica en el Imperio Otomano – Akçam, Taner (2016).
  • Prácticas historiográficas en torno al Genocidio Armenio. 1916-2016 – Papazian, Alexis y Chiodini, Lucas.

MATÍAS ROHE 

Estudiante de grado de la Facultad de Derecho UBA

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[1] El Genocidio negado – Mariana Rabanal.

[2] El Genocidio negado – Mariana Rabanal.

[3] Esbozo histórico del genocidio armenio – Carlos Antamarián.

[4] Esbozo histórico del genocidio armenio – Carlos Antamarián.

[5] Genocidio armenio, el exterminio silenciado – Súlim Granovsky

[6] Esbozo histórico del genocidio armenio – Carlos Antamarián.

[7] Esbozo histórico del genocidio armenio – Carlos Antamarián.

[8] Esbozo histórico del genocidio armenio – Carlos Antamarián.

[9] Memoria y olvido del Genocidio Armenio – Lior Zylberman

[10] El Genocidio negado – Mariana Rabanal.

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